M, una niña de la que el Estado se olvidó
El orificio vaginal de M es equivalente al de una mujer de 55 años activa sexu4lme3nte. M era la tarjeta de crédito de su mamá, usada para comprar dr0g4s y, de vez en cuando, algo de comida. M nunca lloró ni se quejó cuando su secuestrador la llevó; para ella, eso era "normal", porque vivió siempre en ese ciclo de 4bus0 y abandono.
Hoy, M no aparece en los principales medios de comunicación, hoy M nos recuerda la cruda realidad de un sistema que ha fallado en proteger a los más vulnerables. ¿Por qué nadie notó que no iba a la escuela? ¿Por qué nadie vio el sufrimiento de una niña cuyos padres no estaban en condiciones de cuidarla debido a sus propios problemas de adicción? ¿Por qué nadie lo vio, o peor aún, por qué nadie quiso verlo?
El dolor de M es el reflejo de un abandono profundo, de un Estado ausente y de unos padres que, sin duda alguna, no merecen ser padres. Esta es la tragedia de la indiferencia social y del sistema que falla una y otra vez.
Hoy, nos duele M, pero también nos pone a reflexionar: ¿Dónde están los “pro-vida” en situaciones como esta? Este caso nos reafirma por qué creemos en el derecho al aborto. No se debe traer al mundo a niños que serán abusados, explotados y humillados. No todas las personas merecen ser padres.